martes, 26 de noviembre de 2013
miércoles, 6 de noviembre de 2013
DEL LIBRO EL ROSTRO FIERO DEL PARAÍSO
El Maestro inculcaba
a huamancha toda la historia de
los hombres, el muchacho asimilaba con facilidad y devoraba a los libros en lecturas interminables, escuchaba con
atención a las palabras del maestro, le
fascinaba ese mundo extraño al que él estaba ajeno; se interesaba de aquel
hombre que de niño era un insignificante y de joven era un enclenque incapaz de
cortar un árbol para el leño, miraba a su retrato de cara huesuda cuyas barbas
envolvía a su rostro blanco de frente ancha, era feo de pómulos salientes y de ojos hundidos, pero en ese rostro fiero
guardaba el paraíso, tal vez fue el cordero de Abraham que no murió en el
holocausto, pero él tenía que morir en el teatro de sinfonías, asesinado por el
odio de los herejes en la enerva de
mandrágora.- en las noches azules huamancha conversaba con Gandhi , el filósofo
se presentaba con turbantes blancos y de espalda desnuda, venia
en el espejismo del desierto, su respirar era el ronquido de los que mueren
pidiendo clemencia, apenas era un diminuto hombre con mirada sin fin de cuyas
palmadas germinaba la similla para expandirse por todo el desierto.- muchas
veces se sentía acobardado con todo lo
que aprendía, el mundo de los herederos de moisés le parecía ser una laguna
negra de confusiones , se sentía ahogarse en esas cloacas negras de la
historia.- En su fantasía miraba a una mujer pequeñita que caminaba por las
ciudades grandes dando besos en cada herida mortal sin tiempo, parecía a mamá
ambrosia también a su madre Remigia, en fin era la madre de todos los
sentimientos.- La Madre Teresa estaba junto a Hamancha, ella lo miraba con los brillos de sus ojos de
cuanta pación encendida, el muchacho estaba trémulo sin poder mirarlo de frente
.
¡Piedad hijito! mírame de frente, anunció la madre Teresa.
No puedo mirarte, aun mis ojos están confundidos, contestó.
Yo soy el amor que camina por el mundo, este mundo ingrato
aun no entiende a mis profecías, dijo la madre Teresa.
Eres demasiadamente sublime, tus alas de cristal me anuncian
las cartas de mis espumas, respondió Huamancha.
Tu sendero es de los
que no sienten odió, te diré hijito,
lleva en tu corazón al que te ama y al que te odia, entonces entenderás
el propósito de mi toga blanca con rebetes de azul cristalino, dijo la madre
Teresa.
¿Cómo puedo entender eso?, interrogó.
Ya convérsate con Abraham y con Gandhi, ya todo está dicho.
Aun me siento cobarde para las batallas de conciencias, contestó.
Llegaras a las puertas de la derrota y de la gloria solo así
entenderás la carta de tus espumas, respondió.
¡Madre, ten piedad de mí! No me abandones, imploró.
Estaremos contigo en alba de tus decisiones también el ocaso
de tu martirio, respondió.
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