Tengo de cercanía
amigos y clientes que pasan los sesenta
años de edad, aquellos hombres chacareros que trabajaron y mantuvieron en
abundancia a sus propiedades agrícolas, o simplemente son propietarios de
potreros de pastizales para su ganado, estas actividades, era la economía del hombre
del campo y aun siguen siendo con todas sus limitaciones; estas riquezas dio
origen a una basta de ciudadanos inmigrantes que llegaron a radicar en las
ciudades, fundamentalmente en la Capital.
Estas gentes se volcaron en una nueva actividad económica
fabril, de servicios y profesionales destacados.
Estos ciudadanos han entendido su
realidad urbana, gracias también al gran esfuerzo que realizaron sus padres
agricultores; parece que son muy ingratos con sus orígenes, los viejos se van
para no retornar jamás, sus propiedades quedan en total abandono y la soledad
reina.
Las montañas
parece que quisieran beber un trago amargo de tristeza. Cuando los padres
oriundos del campo ofrecen a sus hijos las herencias que por naturaleza debe suceder; los hijos
contestan con ingratitudes, negando el legado de sus progenitores, aduciendo
que las tierras ya no valen; por tanto estas tierras quedan en la orfandad para
la apropiación de foráneos. Cuando sabemos que
en otros países los herederos los mantienen como recuerdo de sus padres,
gozan de ellas como en huertos y casas de campo, así como los mejicanos y los norteamericanos.
HUAMAN POMA
II
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