Páginas

lunes, 16 de julio de 2012

OBRAS COMPLETAS DE HUAMAN POMA II

OBRAS DE DIBUJO Y PINTURA DE HUAMAN POMA II

CONSTRUCCION DE SONDOR HUASI

Construcción de Sondor Huasi Más allá de los tiempos remotos, antes de la desaparición de la Atlántida de los Inqas, Taita Inti y su joven hijo Huiraqocha, decidieron explorar el oriente, la nación de los Sacharunas, viajaron hacia la parte nor oriental de la cordillera de los andes, en su travesía, se encontraron con muchas etnias hostiles, pero con mansedumbre trato, lograron controlar las dificultades que se anteponían ante ellos, Taita Inti les dio hermosos regalos a los naturales, tejidos de lana y espejos de plata, los oriundos recibieron de buena gana, de esta manera comulgaron en el entendimiento de reciprocidad. Los exploradores continuaron con su propósito, se internaron más en la espesura de la selva, con la ayuda de medio centenar de naturales, vencieron muchas dificultades que eran propios de la naturaleza, después de varios días de jornada, lograron llegar a la cima de una montaña misteriosa, era impactante de un esplendor intrigante, rodeaban a la montaña, profundos abismos que daban hacia un río, serpenteante se deslizaba con quietud. El sol empezaba a ocultarse en el horizonte, llegaba la noche como sombra matinal con un silencio total. Los visitantes con premura prepararon su guarida para pasar la noche, con piedras y matorrales construyeron su cabaña, para protegerse de la lluvia, esa noche se alimentaron con carne seca, papa deshidratada y maíz tostado, bebieron agua de lluvia que escurrían de las hojas de los árboles, estiraron pellejo de llama como tapiz sobre un cúmulo de piedras y durmieron hasta el día siguiente. Taita Inti despertó primero, salió de la guarida bostezando, contempló un amanecer tranquilo y silencioso, al mirar al picacho de la montaña misteriosa, sintió un temor extraño, contempló el firmamento de color celeste amarillo naranja, el parpadeo del sol pintaba con sus crines las altas cumbres de color dorado rosáceo, el sol poco a poco se iba asomando en el mismo picacho de esta montaña, de pronto salió un ser extraño de las sombras oscuras del acantilado, Taita Inti despertó a su hijo y a los demás acompañantes, fascinados contemplaron a la escena que se desarrollaba. Huiraqocha preguntó a su padre, de que se trataba este acto desconocido, el veterano respondió a su hijo ¡Es el Apu Sondor, corazón del cerro, no tengas miedo!, le dijo, siguieron contemplando la escena con inquietud, como el enorme pájaro, en la cima se posaba estirando sus enormes alas, daba vueltas como danzando en pos de los rayos solares, el sol empezaba a caldear a la tierra húmeda, cuando el Apu estaba de espaldas al sol con sus alas estiradas, un extraño halo de siete colores se divisó en la silueta emanada por los vapores de la tierra mojada, pronto llegaron más cóndores, se colocaron a lo largo de la montaña escarpada, estiraron también sus alas, danzaron y copularon en acto de apareamiento. Los dos exploradores quedaron atónitos con este espectáculo maravilloso, entonces, los sondores visitantes se echaron a volar emanando zumbidos sonoros hasta desaparecer en la distancia, mientras tanto el Apu Sondor, se quedó solo hasta desaparecer en las hoyadas de la montaña. Los dos exploradores caminaron por un tablazo que se une con la montaña, enormes piedras y árboles creaba torpeza en el avance, de las cementeras, salieron enormes serpientes; Taita inti advirtió a Huiraqocha, ¡no lo toques ni lo mires de frente!, son los amarus yacumamas, estas se estiraron con mansedumbre sobre las piedras tibias. A medio día llegaron al pie de la montaña, sus acantiladas aristas eran de roca empinada, imposible subir por ellas. Taita inti tomó la decisión de trepar por estas aristas para llegar a la cima, inquietó a su hijo diciéndole, iremos al encuentro con el Apu sondor, le pediremos su secreto para saciarnos de sabiduría; construyeron una hornacina de piedra, en ella colocaron ofrendas y agasajos con coca y grasa de llama, también pusieron maíz cinto con flores aromáticas del lugar, la ceremonia acaeció casi tres horas y media, en ella solicitaron al anfitrión peticiones secretas, enterraron las ofrendas con tierra mojada y piedras, satisfechos con el acto místico, se llenaron de valor e iniciaron el ascenso. Taita Inti sacó de su equipaje una barretilla de plata, bañando con su aliento a la roca, dio los primeros tajos, dejaron atrás pequeñas escalinatas en caminos peligrosos, hicieron el trazo en la misma laja firme para evitar desmoronamientos. - El viento golpeaba como látigo al acantilado, pasaron varios sondores rosando con sus alas las espaldas de los visitantes, como avisando los peligros en la faena, después de mucho esfuerzo y valor, llegaron a la cúspide de la montaña, en su trayecto se toparon con varios sondorcillos, no les dejaba avanzar, los sondorcillos se pusieron alertas y amenazantes, en tanto, entendió taita Inti, era el momento de ofrecer otra ofrenda al anfitrión, así lo hicieron, los sondorcillos dejaron pasar tomando vuelo por los alrededores. Los dos exploradores caminaron por la angosta terraza, divisaron a todos los lados del avance, eran profundos abismos, desde la inmensa altura se observaba el río, contorneaba a la gran montaña, en la cima permanecieron varios días, construyeron pequeños andenes como señal del descubrimiento. Conversaron con el Apu Sondor, en alianza perpetua naturaleza y hombre, de esta manera nació el primer eslabón de la ciencia en este mundo de naturales, desde ese momento, llegaron seres humanos a este aposento de la sabiduría por los siglos de los siglos; en benevolencia de este pacto, taita Inti tomó la decisión de obrar la ciudad secreta del conocimiento, para que todo hombre de buena voluntad se alimente de esta alianza y, expanda a los aborígenes de todos los pueblos del universo.