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viernes, 2 de noviembre de 2012

PROFECIAS DEL ULTIMO INCA (poemas)

PROFECÍAS DEL ÚLTIMO INCA Yo soy el descendiente de FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA ¡Yo soy la voz del conquistado, del excluido! Yo vengo a terminar la obra inconclusa del Amauta FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA Para dar inicio a la era del Buen Gobierno En este país de todas las sangres. HUAMAN POMA II I Habrá tormenta de fuego en la alameda la muerte trotará como caballos del Apocalipsis el cadáver del hombre yacerá entre el musgo de arena y azufre. Al día siguiente después de la noche el lamento y la amargura reinará. Al grito del niño al quejido del anciano la tierra parirá un buen mestizo. Su destino será seguir bramando en la arena. La sangre púrpura seguirá regando la tierra Después de todo Dios nacerá al caer la corona del rey. II Los caballos eran fuertes Los caballos eran ágiles. (José Santos Chocano) El poeta cantó en reverencia a los jinetes con corazón de acero. Aquellos que trotaron sobre la tierra conquistada. Aquellos jinetes semidioses con ojos azules y de piel blanca. Llevaron la muerte sobre el lomo de los caballos. Corrían como tempestad de mala suerte. En cada paso de los caballos agonizó la vida. Cruzaron montañas, quebradas y páramos la tristeza llegó a este Reino. La maldición de los Apus se oyó en el ulular del viento. El sol se puso a llorar Sentado, impotente. No podía soportar a la muerte pequeños pueblos perecían bajo el casco de los caballos. La espada y el fusil sometía al reino en el cruel espanto. III Te dije estarías conmigo sin embargo, te mueres crucificado por el llanto Yo se, que te duelen tus talones estas cansado. Yo tengo esperanzas de ti saldrás del mismo fango como batracio caminarás por el borde del abismo Pasará una mujer de túnica rojo carmín te llevará al centro de la plaza danzará contigo el ritmo hereje del fuego Los rabinos jurarán por tu muerte te perseguirán Querrán cruzar sus espadas por tu corazón gentiles se levantarán por ti. IV Extraños seres llegaron barbados con ojos de fuego como centauros corrían con sus espadas diestros a quitarnos la vida. En poco tiempo se multiplicaron llegaron más, muchos más frailes con sotanas de misericordia en una mano llevan la bondad en la otra la muerte. Se aparearon aquí mismo nacieron príncipes criollos también nacieron mestizos maldiciendo su destino. La cruz llora la palabra se destiñe. Se escucha el lamento el grito de impotencia del nazareno todo es espanto y confusión. Echaron fuego a nuestros palacios Recibimos la muerte como bautizo de la nueva vida. Pocos escapamos del infierno Nos asentamos en las gélidas montañas levantamos nuestras casas piedra sobre piedra. Hicimos parir la tierra infértil Logramos la vida de la nada Sin embargo aún los centauros nos persiguen. V Hay buitres que vuelan sobre la ciudad llevan baúles de promesas a la plaza. Todos tienen dos lenguas de víbora. Se confundirán en la repartija de promesas. Se sacarán los ojos en riña. Se morderán Sacarán cuchillos de venganza La bandera se tiñe de sangre. El blanco aprovecha El mestizo soslaya El negro se asolapa Este reino de todas las sangres es una cloaca de confusiones. ¡Mientras tanto! Esto mismo sucede en mis sienes En los cuarteles se canta el himno de la muerte. Pronto el comandante pondrá sus manos de hierro sobre la llaga incurable del lapidado. Saldrán los caínes de sus urnas Beberán sangre del bendito cáliz Aquellos que condenaron en el Gólgota al único hijo del hombre que nos miró, con sus ojos de lástima. VI He abandonado a mi madre en las puertas de la iglesia bebiendo estará el agua de la pileta de rezos. He abandonado a mi padre en el poyo del cadalso Pronto la guadaña del juez manchará con sangre la sábana blanca del reverendo. Trudy cantará el lamento de Elmer por la mañana. Fluirá sangre sobre la tierra sedienta de amor Soldados y capitanes bailarán en el fango de cadáveres con manto negro cubrirán a los inocentes. VII Siento a Dios que camina en mi cabecera no puedo dormir con esta ilusión que me embarga. Estoy conversando con la muerte cuando su crespón se adueña de mi alma. Quisiera ser el tango de media noche que en la tecla de un piano ronca en su paso senil muerde la rabia del paria. Al canto del gallo negro sobre la catedral Llegarán los Mesías Salvadores de la patria La lengua tirita en una contienda de tribunos. El crisol es la riña de hienas donde la moral es un mercader y la política es el ideal de mercenarios Los apóstoles están esculpiendo el foro del César La plebe en su confesión carga la culpa ajena directo al cadalso. VIII No tengo a quien contar mis sentimientos todos me miran con sus ojos de fuego ¡Soy un desmerecido! me acerco a mi propia sombra ¡Me detesta! Estoy tocando mi vihuela en las puertas del cementerio Deudos entran al campo santo Cuatro frailes llevan el ataúd en sus hombros ¡El cajón cruje! el cadáver llora con alma en pena. ¡Pide justicia! Una mujer de diecisiete pasa desconsolada sus cuatro hijos van corroyendo pedacitos de pan hallados en la calle Quiero ayudar con mis lágrimas A este sentimiento ¡No puedo llorar! ¡Qué mezquindad tengo en mi alma! Los eucaliptos se agazapan de un lugar a otro. con el viento. Una anciana pasa secándose los ojos con su túnica con sus manos de harapienta me toma el pecho y me sacude llora, grita, vocifera Han matado a mi único hijo que sembraba en mi huerta fueron cuatro troyanos montados en sus caballos de acero se escondieron, en el atalaya de sus cuarteles. IX La patria ha abortado Fariseos con palacetes de oro Los tribunos Escriben pergaminos con tinta de sangre En el vendaval espadas trinan sus leyes Adán llora por la tragedia de sus vástagos la iglesia abre sus enormes puertas a sus fieles Patricios y samaritanos entran al templo El apóstol da el sermón de arrepentimiento Todos murmuran en rezo perpetuo El paria se arrodilla ante el altar Jala la sotana del fraile pide un milagro para su dolor ¡Desamparado! Solo atina a encender cirios a los santos X Mi retorno a Lucanamarca Cuántas veces he conversado con el anciano en sus barbas lleva el tiempo. He desobedecido sus consejos me eché a andar en vida frívola ¡Olvide su barba blanca! ¡La mirada de sus ojos tristes! Anduve con saco y corbata Anduve en máquinas voladoras ¡Hice fortuna sin igual! ¡Un recuerdo lejano estremece mi mente! He decidido regresar al inicio de mi ombligo. Entre a mi única casa de barro y tijeral la casa está vacía solo un moscardón negro sobrevuela en el silencio. Sigo hasta la cocina está el mismo fogón las mismas ollas la misma mesa el mismo plato las mismas cucharas . No hay aquí quien tome el desayuno La única mazorca de maíz que quedó por olvido en el corral Vigorosa está aliñado por el estiércol ¡Me siento solo y abatido! La tierra está húmeda de lágrimas. Rebusco en el montículo de tierra encuentro tibias y cráneos de mi padre. Más allá está la sortija de mi hermana La cinta de mi madre mojada con sangre Hay esqueletos que piden venganza. ¡Esto huele a pólvora! Mis ojos oscurecen Mi mente se ofusca mis tripas arden mi cuerpo tiembla ¡Nunca me he sentido tan cobarde como hoy día! Mientras brindaba ¡yo! Champaña en copa de cristal mi padre era torturado muerto con bayoneta Mientras disfrutaba ¡yo! de una cena de navidad con cirios de multicolor Mi madre y mi hermana eran vejadas muertas con culata de fusil. Mientras disfrutaba ¡yo! de una siesta en una suite de hotel mi hermano de siete años lloraba, gemía daba brincos de dolor impotente no podía hacer nada. En este juicio final de los hombres no hay quien vaya al cielo Tampoco hay quien vaya al infierno. XI Hemos sido muy pobres desde que nos desalojaron de nuestras pertenencias. He sido paria errante desde la muerte de mi padre en el ocaso del martirio. Mi madre idealista desde muy niña recibió el bautizo tal vez de un santoral hereje. Caminamos por la cruz de la salvación meditando de nuestra existencia. Mi alma mira el horizonte como eterno tormento El sufrimiento cala en mi frente en mi espalda se empoza como grave culpa de desobediencia. Yo no se que respuesta he de tener cuando toque la puerta del Mesías cenando están los rabinos manjares de dátiles del paraíso. Estoy como can herido en tu puerta los talones me duelen por haber caminado tanto el dedo meñique me duele. Mi barriga está vacía mis piernas tiemblan, se arrastran ¡Ya no puedo más! Pronto caerá mi cuerpo de esqueleto al fango de la indiferencia. XII La muerte danza con la sinfonía celestial de Dios Aníbal ha trocado en el Marañón sus ojos no distingue menos su corazón siente. Sus manos lava con sangre con azufre unta su valor. El mirlo está herido, nadie acude a su agonía la llaga eterna del mesías no sana hasta cuando los fariseos jugarán con el destino del hombre. El Jaguar está herido nadie acude a su agonía. La herida está aún fresca nadie olvida el holocausto de la conquista. El cóndor llora en la Puna no puede proteger a sus vástagos en sus ojos istma la cólera hay muchas razones para despertar De los ojos del nativo brotará fuego el curaca cantará el Aya Taqui tritones llegarán a la madre selva querrán matar al mirlo querrán matar al Jaguar querrán matar a las lombrices Correrán ríos de sangre en el paraíso. Gabriel pedirá clemencia Tritones no se la darán XIII Quisiera escucharte cantar así, junto a la higuera tal vez en el río a las orillas de la laguna grande mirar tu rostro quisiera. Quisiera, que tu risa sea solo para mí que egoísta soy porque no pueden gozar de tu risa los peces, los pájaros, las flores así tal vez, podremos vivir en el paraíso sin murmullos ni odios. Te levantas a jugar con el viento Como tu cabello invade a tu rostro cuando ríes, aun tus pelos están en tu boca atrapados por tus dientes. Como tu falda de rojo carmín juega con el viento tu blusa blanca se apiña a tus senos. Quisiera acariciarte tornear tu cuerpo con mis dos manos deseosos de amar. No quiero que se acabe este momento quiero verte bailar con la sinfonía de los pájaros verte bailar en la laguna sin hundirte como los peces se alocan de alegría bailan también contigo, serpenteando en el agua. No quiero que se acabe este momento como decirle a Dios que detenga el tiempo quiero seguir, escuchar tu melodía escuchar tu risa mirar tu cuerpo en ritmo fugaz jugando con el viento. XIV La nostalgia nace del alma la rabia, de este vendaval de sicarios no tengo ganas de vivir tampoco tengo ganas de morir tal vez sea escoria en este ajuar de mezquindades. Cuántas veces hemos parlado días, noches, mañanas solo vociferas, te lamentas. Cuando, en qué momento ha de llegar el forastero quiero irme con él al desierto quiero penar en una batalla de conciencias. Tanto el cirio ha llorado en el palacio de los tribunos el pergamino lleva el sello de la muerte. Siento todavía la agonía en mi corazón ¡Dios mío! que podemos hacer con la falacia de los tribunos. XV Noche negra, oscura pálida luz del callejón me acompaña Noche noctámbula de fonda sentimental quiero beber la hiel amarga de tu vino. Y contar uno a uno esta impaciencia que me cautiva Noche negra, oscura sortilegio del destino Algún niño llora en la alcoba de un desmerecido Una anciana, da vueltas y vueltas como can por su crío en la puerta No halla descanso Persiste, por el arrebato del niño levanta pedacitos de papel del suelo, los vuelve a tirar, musita. Aprieta sus manos levanta su mirada al tejado esta llorosa, sus lagrimas caen en su pecho. No sé, que sentimiento fatal ha de cruzar por sus sienes. Noche noctámbula de fonda sentimental dame la respuesta del misterio de tu corazón. Quiero entender, el amor que agobia a la anciana. Sus pies se alejan del portal da miradas lastimeras al tejado su cuerpo corcobeante desaparece en la oscuridad XVI Ha llorado la luna conmigo esta noche en su espejo, he visto a mí madre. Me llama de lejos del camino. mi hermana menor; viene a mi encuentro con su cabello desordenada con su vestido azul de franela con su sonrisa inocente Me toma de las manos, me inquieta me resisto Mi madre me implora una ingrata pasión me ataja Una voz trémula me exige pero, mi corazón es recio. La mano de niña me lleva. he llegado al regazo de mi madre me abraza, me besa y llora. Me ruega irme con ella no puedo decirle, que no puedo. nos iremos a la ciudad grande, me dice ¡Madre! Me siento bien en este vendaval aún no he recogido mis pasos de mi esperanza te buscaré, cenaré contigo en el día de la cruz. Mi madre, en esta hora de decisiones me da el aliento de vida, y se va. Mi hermana, con alma en pena también se va. Voltea su cabecita por ratos. quisiera irme con ellos. ¡Pedirles perdón! Por esta ingrata pasión. Estoy erguido en el camino Estoy mirando la silueta de mi madre poco a poco, se desvanece en el camino. XVII Escucho la voz de lamento de mi madre está en el fogón de la cocina está aliñando el fiambre para la jornada del algodonal Son las tres cuartas partes de la noche los gallos cantan. Mi madre se lamenta de la tristeza que le embarga. Se acerca a mi cama me despierta ¡Vamos a la jornada!, me dice Tomaremos desayuno, en el algodonal Mi madre lleva en su espalda A mi hermana recién nacida. En una mano lleva la cafetera en la otra, lleva las tortillas de harina y sal. XVIII Te abandoné En las puertas De la desventura Renegué de ti Por tu mansedumbre Te humillé muchas veces Te desconocí Cuando más me necesitabas. Te llevaron por la senda de la muerte Hoy, el remordimiento me lacera Quisiera pedirte perdón Pero, como he de entrar Al atrio de tu muerte. Que misterio ha de ser Para seguir viviendo yo No hay hostias para mí No hay rezos, siquiera de mi espejo. De qué color ha de ser el amor Para entenderte yo Saliste de la laguna atormentada Me trajistes Corazas y espadas de acero Para afrontar a la muerte. XIX Yo nací El día que mi padre lloró Crucificado En las puertas de la iglesia Mi madre Con sus dos manos santas Dio la moldadura perfecta A mi conciencia. El misterio En mi corazón clama Con tinta y papel Para mi crucifijo Busco en la ciénaga La respuesta A esta indolencia En la miserable orfandad de papiros Estoy purificando la bandera Hambrienta, de sed está. Los niños aún sueñan Con hadas de papel El escribano del Juez condena. Por las noches me persigno Por la tranquilidad de mi alma Por las mañanas Evoco Al caballo blanco Que trota en las nubes.   XX Caminamos juntos Por la senda inconclusa Éramos niños entonces Cuando nuestra madre Nos dio el último beso de la despedida La tierra no parió nada Estuvo estéril por varios años ¿Te acuerdas? Nos quedamos solos en la agonía ¿Te acuerdas? Cuando nuestra madre murió al robar la leche ajena para nuestra existencia llegó el eclipse a nuestro reino nos quedamos solos no teníamos agua tampoco arcilla para comer. ¿Te acuerdas? caminamos leguas y leguas como críos de can hambrientos éramos tres sombras venidos de algún ocaso despreciado nuestro hermano menor lloró sin desconsuelo la muerte brilló en sus ojos escarbamos su tumba enloquecidos nuestras lágrimas cayeron como aguacero sobre el cadáver Lo enterramos para siempre, En el camino de la esperanza XXI No me mates mujer con tu tristeza aún quiero vivir en esta plaza de mezquindades. Quiero escarbar, tal vez a la misma tierra para hallar tu alegría a la misma piedra rabiarle quitale uno a uno sus consuelos para calmar esta herejía. Muchas veces Te has lamentado de mi Yo sé, no puedo contarte de mi rabia ¡Si! He sido bautizado por el olvido. No sé de mi existencia No sé cuando he de exhalar la última gota de vida pero, daré mi última oración en la capilla del cementerio.   XXII ¡Inocenta! Canta su lamento por la noche Tal vez será su cólera por alguna pasión inconclusa. Pregunté muchas veces por tu nombre no me contestas me niegas cuando más quiero cabalgar por la senda de tu nombre. Veo tu afán presurosa no sabes qué hacer buscas no se qué yo sé, que está vacío tu corazón. Tu alma llora de cólera te digo, la pasión duele cuando el corazón devanea Estas sola gritas con rabia tu mente se corroe no hallas calma para tu locura ¡Por favor te pido! aún no has terminado de amar Tomaremos el desayuno en la alameda después, nos iremos al desierto tal vez a la laguna grande le preguntaremos a los dioses en ella porque de esta tragedia que no termina. Por más, que recemos en la catedral. XXIII Quiero cenar contigo esta noche platicar de muchos sueños al compás de la cuchara vacía. Con los sueños míos y los sueños tuyos habremos labrado hilachas de vida con el repique de platillo nuestras ilusiones trinarán odas imposibles de amor. Muchas veces me arrepiento el haberte dejado a las orillas de la indecisión ¡Te engañé! también te mentí al prometerte el paraíso aproveché de tu inocencia con ventaja Yo no sé, si tengo perdón por haberte lacerado sueño por las noches aún me quieres ¡Tú si saber perdonar! Yo no sé porque mi alma es ciega sigo lastimándote, con mi indiferencia ¡Porque hago esto! si en las puertas del océano somos iguales Te veo sola en el desierto sigues sembrando niñas de amor ¡estas de pie mirándome! como ofreciéndome tu perdón veo la salvación en tus ojos para mi alma. XXIV Aún el mundo navega en barcaza vieja del infierno Roma y las mezquitas siguen jugando con el destino del hombre. El lamento de océano es el ronquido grave del mesías en la cruz. Cuanta maldad de los césares ha teñido con sangre la seda blanca de maestro Califas y Sultanes juran regar el desierto con hiel Medusa vendrá con los príncipes de Calvino Magma ahogará a la semilla la flor será de hierro la fruta tendrá sangre negra con óxido las aves perecerán ya no habrá mar ni peces. El alimento será bebida amarga del fin galgos con rabia correrán por la ciudad, con la decisión del comandante perecerán los sueños la conciencia será negra muerte la ley de los tribunos es el secreto de los faraones los demás no tendrán sol. ¡A Jacob! le esperará el tribunal de los tritones.   XXV Nací al repique de la tecla de un piano ¡Grave! Así, mi vida fue grave al ver como matan al batracio a la serpiente a la lagartija. La alcurnia del tritón no compadece el rey y sus ministros cabalgan en centauros de acero la paz es el sostén de la muerte la muerte es el sostén de la paz. ¡Qué ironía! para que sirven las guerras para que sirve matarse unos a otros para que sirve ser héroe en la batalla si la medalla es el lamento de vencido. tanto horror hay en este mundo tal vez se equivocó cándido al amar al a princesa sin ojos, sin corazón. Yo soy testigo de esta pasión de carniceros de esta pasión de centauros en cada cabalgata dejan heridas incurables.