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viernes, 26 de julio de 2013

CONOCÍ A DIOS AQUÍ EN LA TIERRA, EN SU PRESENCIA ME SENTÉ EN SU DIESTRA COMO JESUCRISTO.


Era el año  1,987, en el Distrito de Villa el Salvador, instalé  la oficina  de mi empresa en la Av. Principal del pueblo; me hallaba trabajando en mi tablero de dibujo  como siempre, la puerta  del  establecimiento se encontraba abierta  para el ingreso de cuanto cliente interesado ingresara, de pronto ,  un hombre humilde de baja estatura de asomó a la puerta, esta vestido con un ropaje percudido de trabajo,  tiene la barba blanquecina larga el cabello también , me miró de frente  parado desde la puerta, al instante pensé que era un mendigo,  pero el hombre pronuncio una palabra  mística de los creyentes.
¡ Aleluya  hermano!, Aleluya, pronuncio,  sorprendido quede con aquel manifiesto¡
 Aleluya Hermano,  Usted es el elegido, volvió a manifestar.
Este hombre está loco,  murmuré en mí mismo, el hombre sigue parado en la puerta
 Pase  usted adelante; le dije, y el hombre avanzó hacia mi tablero y me dijo
¡Aleluya Hermano!  Soy el portador del encargo de Dios,  con esta expresión me quede sorprendido  más aún.
¿Cuál es el encargo de Dios  Señor?, le pregunté.
Dios quiere que consigas un terreno de tres hectáreas aquí en Villa el Salvador, me contestó
¡Eso cuesta caro!, le dije. 
No te preocupes,  Dios cumplirá con tus honorarios, repuso.
 Tienes que firmar el contrato y dejarme  un adelanto, le manifesté.  Hermano haga su contrato ahora mismo, aclamo con decisión, se nota que está contento  y piensa que cumpliré con su pedido, con cierta duda redacté el contrato y le pedí el adelanto; el misterioso hombre saco del bolsillo de su pantalón varios billetes circulantes y me los entrego. Equivocado estaba con la presencia de  aquel  hombre  humilde e ingenuo,  me convencí de sus palabras  cuando firmamos el contrato.
Hermano, en plazo de 30 días le entrego su pedido, le dije.
Date el tiempo suficiente hermano, regresaré después de 30 días, me dijo y se fué.
 Al día siguiente,  acudí a mis conocidos del Distrito  para procurar y cumplir  con el contrato, encargué de inmediato a mi amigo economista  para la preparación  el estudio económico del proyecto. Para mi suerte, tenía conocidos en el consejo de regidores, al cual solicité  el apoyo para cristalizar el magno proyecto de inversión. Me enseñaron el terreno posible para tal objetivo, en brevedad  posible  terminé con el expediente  técnico y presenté a la Municipalidad, el consejo de regidores me entregaron la resolución  de transferencia del predio  a los interesados, así fué que conseguí la solicitud de Dios a los 30 días, retornó el representante de Dios , lo llevé al terreno  conseguido y lo enseñe,  el hombre emocionado miró todo el área que pronto seria la propiedad de Dios, me agradeció infinitamente; lé entregué todo lo encargado  y le dije
Hermano,  con la resolución oficial de la municipalidad pueden tomar   posesión del terreno.
Aleluya hermano, sus palabras serán escuchados  por Dios, me contestó emocionado  y se despidió de mi aquel hombre  misterioso y solemne. Me sentí satisfecho por tan noble misión que había cumplido, sobre todo  por el agradecimiento del místico, y pensaba sobre la satisfacción de ese Dios que no conozco.  Pasaron 30 días desde día  de la despedidas, y de la misma manera de la primera vez,  aquel hombre humilde retornó a mi oficina,
  Aleluya hermano, dijo fuerte, entrando presuroso, apretó mis manos  en son de saludo ¿Qué paso  hermano, algo a salido mal? Le pregunte.
“Bendito seas hermano”,  Dios te quiere conocer, me dijo
 Y donde esta ese Dios  que también quiero conocerlo, le respondí, era un día lunes
El domingo que viene es fiesta, pondremos la primera piedra en el terreno que usted nos consiguió, Dios estará presente en esa fiesta, y él te invita hermano, contestó, con la respuesta del presente, me sentía incrédulo, ¿Dios en la tierra?, es imposible balbuceaba en mí mismo, pero el emisario de Dios insistía con la invitación, casi en son de burla le contesté
 Estaré presente en la fiesta  hermano, estaré.
“Aleluya hermanos”, te estaremos esperando, me respondió contento, con amabilidad se despidió y se fue, los días pasaron rápidos, era sábado día  de cumplimiento y entrega de los trabajos  terminados  a sus dueños, pero nadies saco sus trabajos en ese día; preocupado me sentí,  no tenía dinero ni un céntimo para el día domingo, debía a la pensión, por lo tanto ya no podía pedir fiado; dije entonces.
¿Quién se ha muerto sin comer un día? El lunes ya tengo dinero, me conformé  con mi respuesta propia, llegó la noche del sábado, me quedé dormido  profundamente, al día siguiente, presuroso me levanté  de la cama, después de asearme, me senté en el taburete y me puse a trazar algunos diseños en mi tablero, pasaban las horas  poco a poco estoy sintiendo hambre, seguía en la oficina con la esperanza que alguien se acerque  a recoger sus encargos  , como nunca nadies vino, el hambre  cada vez me condena, al mediodía, Salí a la calle pensando que tal vez algún conocido me invite a comer, caminaba por la calle ancha de la ciudad, no veía ningún conocido.
“carajo, cuando uno no tiene dinero, es cuando dá más hambre, y cuando uno tiene dinero, ni hambre se siente, ¿Qué mierda tiene la vida? Requintaba;  en aquella caminata,  recordé de la invitación del emisario  de Dios;  me animé a asistir a tan magna invitación, avancé un trecho de la avenida, estando en la dirección de la tierra prometida, divise un mundo diferente, en el arenal de Villa el Salvador habían levantado enormes toldos, hay mucha gente en ajetreos diferentes, tienen vestidos extraños.
¿Dónde estoy?, acaso este pequeño mundo es la tierra prometida  de Moisés me interrogaba, los varones usaban sotanas que cruzaban sus espaldas  mantos rojos,  las mujeres también protegen sus cabezas  con velos blancos, caminaba intrigante  con lo que veía, estoy a una distancia tal vez de cien metros, un buen grupo de personas vienen  a  mí encuentro, estando cerca, reconocí al emisario y todos tenían barba larga y de cabellos largos.
Aleluya hermano, bienvenido seas a la tierra santa, me dijo.
Yo,  aun no convencido  de lo que veía, les dije, gracias hermanos, gracias
Vamos hermano, Dios te espera, me recalcó, avanzamos  todos hasta el toldo grande, divisé una mesa inmensa con abundante comida, al ver esto, se me quito el hambre, al costado  del inicio de la enorme mesa, efectivamente, Dios estaba sentado esperándome, al verme se puso de pie y me abrazó, me invitó a sentarme a su costado, así lo ice Dios era un anciano, de barba y cabellos blancos, usaba un  casimir  negro y le rodeaba  a su espalda  un manto rojo con rebetes de oro fino.
¡Bendito seas hermano!, por  el cumplimiento de mi encargo, me dijo
Maestro, solo cumplo con mis obligaciones le respondí
Son pocos los hombres que me entienden, mira a mi rebaño, hasta lloran por  esta tierra Amada, y te aclaman a ti por tus hechos  que nos convences,  habló Dios  convencido de su pueblo y está dispuesto a construir  el paraíso de la sabiduría  de los hombres, aquí en el arenal desértico de Villa el Salvador.    
       
                                                                                                                     HUAMAN POMA II


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