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jueves, 2 de octubre de 2014

DESPUÉS DE LA GUERRA


INTRODUCCIÓN
“Después de la Guerra”, que importan las guerras, con el ideal del patriotismo; matamos, dejamos en orfandad a mucha gente, del uno y del otro bando aniquilan a la vida en vano, después del tiempo sucedido, desechan los momentos épicos, se dan cuenta de la guerra, que, solo era el arrebato del momento histórico; las guerras traen riquezas para los que azuzan, mientras los combatientes se quedan con el desmedro en su conciencia.
En estos pasajes que narro, enarbolo al combatiente inocente, que entrega su vida por la causa de la patria, sin retribución alguna, solo la medalla le yergue en su corazón, el perdedor se conforma con la derrota, pero su corazón no acepta la lápida del olvido, ¿Para qué ser soldado?, si al final eres un hombre solitario que vagas por el mundo, contando uno a uno las victimas de tu brutalidad.
Después de la guerra. Los pueblos de tierra adentro continuaron con sus ajetreos de siempre. Las haciendas continúan con sus labriegos, los arrieros continúan en el camino grande, comerciando con mercancías llegados de lejos. Los barcos siguen llevando en sus hangares, cuantiosos cargamentos a los puertos de otros países, la economía no se detiene, aparecen nuevos ricos con la horda de la guerra, trazan el futuro a su manera.
El puerto de lomas, que se encuentra en la frontera de los departamentos de Ica y Arequipa, entre las provincias de Nazca y Caravelí, este pequeño puerto, fue testigo del movimiento económico de las provincias del sur medio, de las serranías y de las haciendas costeras, comerciaron desde la colonia con otras provincias y el mundo, el pequeño pueblo pesquero, estaba constituido por casas de madera pino traídos de Europa, con sus balconetes y balaustres de fierro forjado vislumbraba el carácter colonial y de la república naciente.
Esto es añorar, con aquellos recuerdos de la historia, poco a poco van desapareciendo con las nuevas construcciones. La historia de este pueblo desaparece, pero algún escritor bohemio, seguirá escribiendo la existencia de los pueblos olvidados, de esas gentes acaudaladas de valor, que levantaron a este país en condiciones más extremas.
Aquellos tiempos de las haciendas, en verdad fue de sosiego, no importa si fue de confrontación de clases; lo que importa es el verdor y la abundancia, de cómo los chacareros hormiguean en los algodonales, en los cañaverales, en las cosechas de todo fruto que nos da la tierra.
Era hermoso, ver a los jornaleros negros y mestizos; cómo avanzan por los callejones de las haciendas, con sus palanas en el hombro, como caminan alegres con las portaviandas en sus manos, llegando a la jornada, toman el desayuno sentados en filas, comen tortillas de harina y sal acompañado con agua y café, verlos en seguida, cómo se echaron al aporque, al desyerbe de los sembríos, los negros cantaban alabanzas a la tierra, las negras cantaban sus himnos de cuna, mientras algún negrito, jadea en su cuna en travesuras y rabietas, y la negra Celinda mima a su negrito Calín.
HUAMAN POMA II

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